sábado, 12 de octubre de 2013

Ars Ólea 2013 d.c.

Un año más los Romanos de Castro del Río están presentes en la Feria de Muestras Artes y Costumbres de nuestra localidad. El stand está situado en la recién restaurada iglesia de San Acisclo y Santa Victoria.
Una representeación de trajes, armamento,  estandartes y signum ..., se exponen para que los visitantes foráneos conozcan una de nuestras tradiciones más arraigadas y populares pues son muchos los castreños los que se han enfundado alguno de estos trajes u otro a lo largo de la extensísima historia de la Semana Santa de Castro del Río y sus Hermandades.
 Foto Juan Ig. Sobrino
 Foto Juan Ig. Sobrino
Foto Rafi Mármol

sábado, 28 de septiembre de 2013

II Día de Convivencia Alumnos Colegio Mª Motessori

II Jornada de Convivencia con los alumnos del Colegio María Montessori de Castro del Río, organizada por los Costaleros del Cristo del Carmen y de los Costaleros de la "Borriquita", con la colaboración de los Romanos de Castro del Río.


Los alumnos leen unas palabras de agradecimiento
 D. Jesús Cruz recoge la placa conmemorativa del acto en nombre de los Romanos  de Castro del Río.
Fotos Juan Ignacio Sobrino

viernes, 14 de junio de 2013

viernes, 24 de mayo de 2013

Momentos previos

 Los tambores evidencian la posibilidad de la temida lluvia.
 Escuadra de Flecheros.
Momentos previos al Paseillo y Procesión del Viernes Santo...
Fotos Antonio Cubero

martes, 30 de abril de 2013

Anotaciones sobre Enrique Martí y Antonio Bustelo


Anotaciones sobre Enrique Martí y Antonio Bustelo
y su contribución musical a nuestra Semana Santa

@ Francisco Morales Basurte

Es indudable que si existe una música que haya calado profundamente en el alma castreña, que siga haciendo vibrar con emotividad y pasión la fibra de nuestros sentimientos más profundos, ésa es la que tradicionalmente se viene interpretando en nuestro pueblo el Viernes Santo: el vivo compás del pasacalles “El Centurión”, de enérgico y marcial ritmo, imprescindible para impulsar el desfile de las escoltas romanas en el “paseíllo” de la tarde… los susurrantes y sentidos lamentos de “El Entierro”, de “El Cristo del Carmen” y de “Pobre hija mía”, conmovedoras marchas fúnebres que envuelven el recorrido procesional de la noche de un halo intangible, afectivo y místico.
Las crónicas nos revelan una destacada presencia musical en la Semana Santa Castreña, especialmente en la modalidad de banda, desde principios del siglo XX, aunque este bagaje artístico se había venido forjando anteriormente con la labor de dos distintas agrupaciones que en el año 1900 re refundieron en una sola, “renovando sus instrumentos y encargando su dirección a un funcionario público que revela ser un buen profesor y compositor (¿D. José Díaz Carretero?), quien ha logrado que la banda esté a una altura que nada tiene que envidiar a la de cualquier capital, realzando en estos días de Semana Santa con su asistencia los distintos actos a que ha concurrido”  (C. G. en Diario de Córdoba 18-3-1900).
La reorganización de la Cofradía de la Soledad y Santo Entierro, iniciada en 1927 y culminada con la aprobación de sus modificados estatutos en 1930 por los que pasó a denominarse Cofradía del Santísimo Cristo Crucificado, Santo Sepulcro y Soledad de Nuestra Señora, afectó también  a sus marchas y composiciones musicales, como podemos recoger de unos apuntes históricos de la misma aparecidos en el Boletín Informativo Municipal (especial Semana Santa 1984): “uniéndose a las ya interpretadas con anterioridad otras nuevas o adaptadas, designándose como oficiales, a partir de 1930, las conocidas por “El Centurión”, atribuida por unos al compositor Teixidó y otros a Martí; “El Entierro”, de autor apellidado Bustelo; “El Cristo del Carmen” y “Pobre hija mía”, compuestas por D. Francisco Algaba Luque, hermano ligado a la Cofradía durante muchos años y que llegó a ser Mayordomo de la misma”. En aquel afianzamiento musical se denota palpablemente la experta y autorizada mano de D. Paco Algaba, que armonizó en el mismo sus facetas de cofrade, melómano y compositor.
Algunos antiguos hermanos y músicos -–ya desaparecidos— me comentaron que las incorporaciones de 1930 fueron las dos citadas marchas fúnebres del Sr. Algaba Luque, ya que “El Centurión” y “El Entierro” eran piezas obligadas en el repertorio del Viernes desde muchos años antes, aunque no fuera hasta esa última fecha cuando se realizó su instauración definitiva, lo que también pude confirmar viendo unas partituras de ambas composiciones transcritas en 1927 por J. Reñé, a la sazón director de la banda municipal, y otra de “El Centurión” –diluida y ajada por el paso del tiempo-- copiada de puño y letra por mi padre, que con su saxo alto y vestido de romano intervino varios años en la tarde-noche del Viernes Santo. (Aunque no lleva fecha, se puede datar entre 1927 y 1929).
La obra del Maestro Algaba y su aportación al acervo musical de la Semana Santa Castreña es de sobras conocida y no es mi propósito ponderarla en este momento; es hoy mi intención comentar algunos apuntes, sacados de aquí y allá, sobre dos autores que, aun no siendo castreños, dejaron entre nosotros la impronta de su inspiración con la composición de “El Centurión” y “El Entierro”, marchas que aunque también se interpreten en otros pueblos cercanos, siempre las hemos considerado como propias.

MARTÍ

El anteriormente inserto apunte histórico de la Cofradía señalaba que unos atribuían la autoría de “El Centurión” a Teixidó (¿Jaime Texidor?) y otros a Martí. Las sucesivas transcripciones relegaron al primero y casi siempre designaron al compositor con la inicial del nombre y su apellido: E. Martí. Ello nos llevó a Pepe Muriel y a mí, basados en vagas suposiciones que ahora estimo erróneas, a atribuir dicha autoría al músico Eusebio Martí Candelas (Alcoy, 1889-Barcelona, 1963); pero pesquisas posteriores me hicieron cambiar de opinión, esencialmente la partitura del guión de la obra, de la que una copia efectuada por Joaquín Lopera en 1956 (que en su día me regaló el recordado amigo Pepe Portillo), donde se dice claramente: “CENTURIÓN - Marcha. Música de Enrique Martí.”
Por ahí había que indagar y después de una paciente labor de consulta y selección (sobre todo a través de la Biblioteca Virtual de la Prensa Histórica), pude encontrar algunos interesantes datos:
1.    La existencia de un compositor con una amplia obra musical, especialmente de zarzuelas, aunque también de polkas y alguna marcha: ENRIQUE MARTÍ PUIG (ca. 1840-ca. 1.900).
2.    Este compositor fue también director de una compañía lírica, que actuó en varios pueblos de la provincia de Córdoba a finales del s. XIX.
3.    El 3 de diciembre de 1904 se celebró en la Parroquia de la Asunción una Misa solemne, de la que el corresponsal del periódico “El Defensor de Córdoba” escribió una extensa crónica, en la que se puede leer: “La misa cantada ha sido la del célebre maestro don Enrique Martí (…), acompañando también a la orquesta el notable violinista y letrado, nuestro muy querido amigo don Francisco Algaba Luque.
Estas referencias hacen que me incline por don Enrique Martí Puig para atribuirle con algo más de fundamento la autoría de “El Centurión”, teniendo en cuenta la ubicación cronológica de su obra (finales del s. XIX) y la circunstancia de que D. Paco Algaba conocía al menos parte de ella al haber interpretado su Misa solemne. Y constando su ingente actividad (en música y tantas otras aptitudes) bien pudo relacionarse con él en sus actuaciones cercanas.
Pero esta apreciación no  deja de ser una personal conjetura, que necesita ser confirmada con otras pruebas.
  
BUSTELO

Con más seguridad se puede abordar la identidad del autor de “El Entierro”. Igual que en el caso de “El Centurión”, tanto en el guión de 1956 como en las partituras que he podido examinar de distintas épocas, la más antigua de bombardino copiada por el veterano Fernando Alarcón (aquél con porte de militar prusiano que figura en la más antigua fotografía de músicos-romanos que ha llegado hasta nosotros), siempre se identificó en Castro al autor simplemente por su apellido: Bustelo. Conociendo que esta marcha también se interpreta en Puente Genil el Viernes y el Sábado Santos, comprobé que allí ya se clarificaba más el asunto al completarse con el nombre: Antonio (aunque en una grabación que se puede escuchar en internet se la califica como “popular”). Posteriormente, leyendo una entrevista que concedió D. Rafael Carlos León Ramírez, director gerente de la Banda “María Santísima de la Esperanza” a la revista “Córdoba Cofrade” (especial Semana Santa 2010), observé que éste mencionaba al músico Antonio Bustelo Basadre como autor de dos marchas fúnebres. Mi buen amigo Antonio Muñoz Caravaca, que tantas veces la tocó cuando era miembro de la banda municipal castreña --ahora  integrado con su clarinete en la de la Esperanza-- me informó de que en el archivo de ésta se conserva la partitura de “El Entierro”, aunque no la han montado nunca, y que, según le comentó su director, esta marcha y “Pobre hija mía” las interpretó la banda municipal de Córdoba antes de la guerra. (De nuevo  se entrevé la mano de D. Paco Algaba,  que tuvo una probada  amistad y relación musical con D. Mariano Gómez Camarero, director de la misma).
Conocido ya el nombre completo del autor, nuevamente la Biblioteca Virtual de la Prensa Histórica nos ofrece interesantes datos sobre su trayectoria musical, que vuelve a situarnos en los albores del siglo XX. Por el diario El Defensor de Córdoba se puede constatar que el 7 de junio de 1900 tenía el cargo de Músico Mayor (director) de la Banda del Regimiento de Infantería “La Reina” con guarnición en Córdoba, que ocupó hasta el 22 de marzo de 1912, en que fue trasladado a Alcoy para dirigir la banda del Regimiento de Vizcaya. Curiosamente, en su puesto en Córdoba le sucedió D. Manuel López Farfán (autor, entre otras, de las difundidas marchas procesionales Pasan los campanilleros y Estrella sublime).
Don Antonio Bustelo Basadre fue un prolífico autor de pasodobles y marchas: Algabeu, Nápoles, Año nuevo, Princesa,  Otaola, Cuarto distrito, Miramar, El capitán Soriano…, aunque cultivó otros géneros musicales como la gavota en su Capricho instrumental o el poema sinfónico en El combate de El Callao. Su obra se vio premiada con la concesión, el 8 de febrero de 1916, de la Gran Cruz de Isabel la Católica.
Bastante más tarde, el periódico La Vanguardia de Barcelona en su edición del 20 de julio de 1927 reseñaba los interesantísimos trabajos llevados a cabo en Marruecos por los músicos militares Bustelo y Quirós, de recoger de viva voz y recopilar la música árabe-andaluza del período del Califato de Córdoba. Y el 9 de mayo de 1928 el mismo diario destacaba la labor que D. Antonio Bustelo, Músico Mayor de la Brigada de Cazadores, había llevado a cabo de recopilación de la música árabe-andaluza. Estas noticias me llevaron a conocer la existencia de la Colección A. Bustelo y a través de ella poder bajarme una ficha con la partitura, escrita y firmada por nuestro personaje, de una de las canciones recogidas en Marruecos hacia 1919, titulada “Rey envidioso de su sobrino” (versión del popularmente extendido romance andaluz y castellano de D. Güezo o D. Bueso).
Tuvo que gozar de un gran prestigio en el ámbito musical cordobés de su tiempo, pues en dos ocasiones lo encontramos, junto a D. Cipriano Martínez Rücker, como miembro del tribunal examinador para cubrir la plaza de director de la banda municipal de Córdoba.
Y entrando de nuevo en el terreno de las conjeturas, seguro que tuvo que tener conexión con don Paco Algaba y, a través de ella, realizarse la adopción en Castro de su marcha “El Entierro”.


Castro del Río, febrero 2013.